El Poder del Lenguaje Corporal en la Educación
Buenas tardes estudiantes, en la facultad aprendemos a transmitir conocimientos, a organizar actividades y a aplicar estrategias pedagógicas. Sin embargo, hay un aspecto que muchas veces pasa desapercibido y que tiene un impacto enorme en la comunicación educativa: el lenguaje corporal y las microexpresiones.
La educación no se sostiene solo en lo que decimos con palabras; también comunicamos constantemente con nuestra postura, mirada, gestos y tono de voz. Estos elementos invisibles pueden reforzar o contradecir el mensaje que queremos dar.
¿Qué son las microexpresiones?
Son pequeños gestos faciales, de apenas fracciones de segundo, que revelan emociones reales como alegría, enojo, sorpresa o incomodidad. Aunque intentemos ocultarlas, suelen filtrarse y los demás pueden percibirlas de manera inconsciente.
En el aula, un estudiante nota cuando un profesor o preceptor sonríe genuinamente, frunce el ceño sin querer o desvía la mirada. Estos detalles influyen en cómo se siente valorado, comprendido o motivado.
El rol del preceptor
El preceptor, por su cercanía con los alumnos, tiene la posibilidad de leer y transmitir mensajes no verbales de manera estratégica. Una postura abierta, una mirada atenta o un gesto de apoyo pueden generar confianza y acompañar mucho más que un discurso largo.
Del mismo modo, estar atentos al lenguaje corporal de los estudiantes permite detectar señales tempranas de:
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Desmotivación o cansancio.
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Ansiedad antes de una evaluación.
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Conflictos emocionales que no se expresan en palabras.
¿Por qué es importante hablar de esto?
Porque como futuros profesionales de la educación debemos entender que enseñar no es solo hablar, también es escuchar y observar. La comunicación efectiva se construye tanto con lo que decimos como con lo que expresamos de manera silenciosa.
Un desafío para la formación
Ser conscientes de nuestro lenguaje corporal nos invita a:
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Trabajar la coherencia entre lo que decimos y lo que mostramos.
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Aprender a manejar microexpresiones que puedan confundir o herir.
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Potenciar gestos positivos que fortalezcan el vínculo con los estudiantes.
Materiales:
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Un espejo (o cámara de celular en modo selfie).
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Papel y lápiz para anotar.
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Opcional: alguien más que participe en casa (hermano/a, amigo/a, familiar).
Pasos:
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Preparación individual:
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Pararse frente al espejo.
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Recordar distintas emociones (felicidad, enojo, tristeza, sorpresa, miedo, cansancio).
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Reto de microexpresiones:
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Intentar reflejar cada emoción en el rostro, solo con gestos faciales, sin palabras ni sonidos.
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Mantener la expresión solo 2 segundos (para simular una microexpresión).
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Anotar qué emociones resultaron fáciles y cuáles más difíciles de expresar.
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Con un compañero (si hay alguien más en casa):
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Una persona hace una microexpresión rápida frente al otro.
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El compañero debe adivinar qué emoción intentó transmitir.
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Cambian de roles.
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