sábado, 7 de junio de 2025

Animarse a Hablar: El Poder de la Voz del Preceptor


 
Animarse a Hablar: El Poder de la Voz del Preceptor

 "No se trata solo de hablar frente a otros. Se trata de creer que lo que tenés para decir vale la pena ser escuchado."

Estamos transitando el último tramo de una carrera que no solo forma profesionales, sino personas capaces de sostener, guiar y contener. Ser preceptor es mucho más que pasar lista: es estar presentes, ser puentes, referentes silenciosos… y, cuando hace falta, también alzar la voz.

¿Por qué cuesta tanto hablar en público?

El miedo escénico no discrimina. A muchos les tiembla la voz, se les acelera el corazón o sienten que las palabras no alcanzan. ¿Pero sabés qué? Eso también es parte del camino de aprender a ser preceptor. Porque si hay algo que vamos a necesitar en esta profesión, es poder decir.

Una anécdota para empezar…contare una experiencia vivida.

“La primera vez que tuve que exponer en clase me temblaban hasta las pestañas. Era una actividad sobre la Educación escolar y, aunque sabía el tema, me sentía observada, juzgada. Cuando terminé, me bajé sintiéndome apenada, triste, con vergüenza. Pero una compañera se me acercó y me dijo: "Lo explicaste bien, pero trata de explicarlo mas con tus palabras y lo que vos entendiste". Ese día entendí que hablar en público no es lucirse, es conectar, concentrarse, llamar la atención con el tema elegido.”

Esa es una historia real, contada por una estudiante del último año en Preceptor. Y como esa, hay muchas historias mas para contar.

Exponer no es actuar, es compartir, ganar experiencia y aprender.

Cuando expones en clase, no se trata de impresionar. Se trata de comunicar con claridad y compromiso. De pararte con lo que sabes, con lo que te costó aprender, con lo que crees.
Y más aún: es una oportunidad de practicar lo que vas a vivir todos los días en la realidad educativa. Porque la escuela es escenario de vínculos, y los vínculos se construyen con palabras.

La voz como herramienta de cambio

“Una vez, en una práctica, hubo una situación tensa entre dos estudiantes. Me acerqué, y sin levantar la voz, hablé con calma, mirando a los ojos. Solo eso bastó para que bajaran el tono. Después me dijeron: ‘Hablas como si nada te sacara de eje’. Por dentro yo estaba nerviosísima. Pero entendí que mi forma de hablar también podía ayudar a calmar, a ordenar.

Reflexión para este cierre de etapa:

Este último año no es solo el final de una formación, sino el comienzo de una práctica profesional que va a requerir de todo tu ser. El conocimiento técnico es importante, pero la forma en que lo transmitís, la manera en que llegas a los demás, eso es lo que deja huella.
Entonces, ¿por qué no empezar ahora?
¿Por qué no animarte a hablar hoy, a equivocarte, a ensayar, a descubrir tu propia voz?
Porque no se trata de hacerlo perfecto, sino de hacerlo con autenticidad.

Una pregunta clave para este momento:

¿Qué pasaría si dejas de pensar en lo que puede salir mal, y empezas a enfocarte en todo lo que podrías aportar?

Consejos para empezar:
Prepara tu exposición como una charla con sentido, no como una lista para recitar.
Respira. Darte tiempo es también una forma de respeto a vos y a quien te escucha.
Conecta con tu propósito. ¿Por qué elegiste ser preceptor? ¿Qué te mueve?
Mírate con amabilidad. No se trata de no tener miedo, sino de que el miedo no te detenga.
Observá y aprendé. Escucha cómo hablan tus docentes, tus pares, y también los preceptores en acción, solo falta q
ue te lo creas y que hables. Porque cuando un preceptor habla con convicción, puede transformar una clase, una situación, un vínculo… incluso una vida.















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